Hace 21 años, el 12 de octubre de 1994, nacieron las mellizas Claudia y María Ignacia Pérez Santelices. Viven en la localidad de Batuco, comuna de Lampa junto a su madre. De pequeñas se criaron en aquella zona rural, donde se pensaba que llegar a la universidad sería casi imposible. Sin embargo, Claudia, María Ignacia y su familia lucharon por alcanzar la oportunidad de acceder a la Educación Superior.
Tras salir de octavo básico, fueron matriculadas en un colegio municipal y Técnico Profesional en Santiago Centro, pues si no se lograba entrar a la universidad, serían Técnicas en Administración. Sin embargo y gracias a la motivación y ganas por salir adelante, las hermanas decidieron buscar un preuniversitario para prepararse para la PSU.
Afortunadamente se encontraron con el preuniversitario de la Vicaría de la Esperanza Joven. Allí, con mucho sacrificio se prepararon y pudieron rendir una buena prueba. Hoy, gracias a ello y a su espíritu de superación, hoy están orgullosas de cursar 4° año de Ingeniería Comercial en la Universidad Alberto Hurtado, en el caso de Claudia y, 4° año de Pedagogía Básica en la Universidad Católica, en el caso de María Ignacia.
Para financiar sus estudios, ambas cuentan con becas y créditos de arancel que otorga el estado, sin embargo ello no cubre las necesidades básicas que como estudiante se les presentan, como por ejemplo, locomoción, materiales y alimentación, que en el caso de ellas y su familia, todo debe multiplicarse por dos. Ante esta problemática, se les presentó a ellas la oportunidad de postular al Programa Integral de Becas de Fundación Puente, la cual mantienen ya por cuatro años y, aseguran, que ha sido fundamental para poder continuar sus carreras.
Ellas tienen un sueño en común: terminar sus carreras y, desde ahí, entregar lo mejor de sí para contribuir a la construcción de una sociedad mejor. Por ejemplo, Claudia lo haría generando proyectos que beneficien a diferentes grupos de personas que lo necesiten y, María Ignacia, inculcarle a niños de algún colegio rural de la zona sur del país, que pueden lograr y cumplir sus sueños.
Puente: su segundo hogar, escuela de diversos aprendizajes
¿Qué significa para ustedes haber ingresado al programa de becas de Fundación Puente?
– María Ignacia: ha sido un apoyo importante para la continuidad de nuestros estudios. Vivimos lejos, el tema económico es muy necesario para poder estudiar. Al ser dos personas estudiando, se hace mucho más pesada la carga para nuestra familia.
– Claudia: ha sido un apoyo constante, que uno sabe que cuenta con ello. Yo he escuchado a compañeros que no tienen plata, que tienen justo para el pasaje.
– María Ignacia: No es sólo un apoyo económico, sino que también tenemos un apoyo en cuanto a contención. A través, de los talleres hemos crecido como personas y hemos conocido gente que también le ha costado mucho salir adelante. Uno va conociendo distintas realidades y se generan instancias para compartir sus vivencias. Todo ese apoyo y esa red que se ha formado son como una familia.
– Claudia: los talleres y jornadas tienen que ver mucho con la vida. Conocer otras realidades suma mucho a uno como persona, el saber que hay gente que tiene más dificultades que uno mismo y aún así siguen adelante… se abre la mirada y nos damos cuenta de que hay otros mundos.
– María Ignacia: somos afortunadas de tener la beca, porque algunas personas tienen que reprimir sus sueños. Estamos muy agradecidas por eso.
¿Qué significa para la familia de ustedes que seas parte de Fundación Puente?
– Claudia: mi mamá dice que somos afortunadas de que las dos tengamos la beca, siempre ha dicho que está muy agradecida por el apoyo, lo ve como una oportunidad, que por alguna razón llegó a nosotras, lo ve como un reconocimiento al esfuerzo, a las cosas que hemos hecho bien. Ella se da cuenta de que nos sirve, también lo ve con un apoyo integral.
– María Ignacia: mi mamá también está súper agradecida, porque ella no tuvo la oportunidad que tuvimos nosotras. Mi mamá no terminó la enseñanza básica, vivía en un lugar muy rural, de la séptima región y desde los 13 años tuvo que trabajar como asesora del hogar. Ve el estudio como una oportunidad de salir adelante. Siempre hemos tenido el apoyo de nuestra mamá, lo que también es una suerte que otros no tienen.
Si tuviesen que definir a la Fundación en una frase, ¿cuál sería?
– María Ignacia: yo la definiría como un segundo hogar, porque acá uno tienen en quien confiar, en quien apoyarse, acá la mochila no se hace tan pesada, aquí nos ayudan a llevarla. Este nivel de apoyo es como el que te dan en tu casa, como el que te da tu mamá, como cuando te quedas estudiando hasta tarde y te llevan un cafecito. Aquí nos dicen, estamos contigo, se puede salir adelante, resolver los problemas, se puede acortar la brecha. Este es un segundo hogar en donde contamos con ese apoyo emocional y financiero, que nos impulsa a seguir adelante. En la fundación no somos un número más, sino que somos personas, que tenemos intereses, necesidades. Nos escuchan y ese tipo de apoyo es súper importante, porque nos ha servido para estar tranquilas y preocuparnos realmente de nuestros estudios.
– Claudia: yo la definiría como una escuela de aprendizajes, porque una de las cosas que más destaco de acá es que he aprendido mucho, en parte por los talleres, pero también por el actuar de cada persona. Porque en cada una de las instancias que hemos tenido para conocernos, siempre aprendo algo. Cuando tengo las entrevistas, también siempre me voy con un aprendizaje. Cuando conozco la historia de otra persona, cuando observo el accionar de la gente, son aprendizajes que uno va guardando y que a la larga te sirven para crecer como persona.
¿Qué le dirías a las personas que día a día apoyan a Fundación Puente?
– Claudia: primero que todo, me impresiona que haya gente que colabora sin conocernos, que confían en la fundación. Uno a veces piensa que las personas son muy individualistas. El trabajo de la Fundación contribuye a cambiar realidades y hay gente que así lo quiere. Ojalá hubiese más personas como ellos. Con cosas simples se puede cambiar el mundo, hay que querer hacerlo. Cuando uno ayuda y comparte con otro, la vida se disfruta más.
– María Ignacia: también me impresiona la gente que ayuda, sin obtener nada cambio. Ellos creen en nosotros, nos apoyan, creen que se puede salir adelante. Que la pobreza no es una barrera para poder lograr los sueños de las personas. El aporte que están entregando sirve para sembrar otra semilla. Estas semillas van a florecer y, en el futuro, van a realizar un aporte a la sociedad.
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